33 1304 4984

HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN Y ESTILO DE VIDA EN MÉXICO


La cultura de alimentación en México tiene origen desde nuestros antepasados;  en este artículo se pretende hacer un análisis de transición de los hábitos alimentarios e influencia del estilo de vida en la población mexicana.

Se define como hábitos alimentarios al conjunto de conductas adquiridas por un individuo por la repetición de actos en cuanto a la selección, la preparación y el consumo de alimentos. Los hábitos alimentarios se relacionan con las características sociales, económicas y culturales de una población o región determinada. Los hábitos generalizados de una comunidad suelen llamarse costumbres (Norma Oficial Mexicana Servicios básicos de salud. Promoción y educación para la salud en materia alimentaria. Criterios para brindar orientación; 2013).

Sin embargo, los hábitos alimentarios se han ido modificando por diferentes factores que alteran la dinámica e interacción familiar; uno de ellos corresponde a la situación económica que afecta los patrones de consumo tanto de los niños y adolescentes como de los adultos, la menor dedicación y falta de tiempo para cocinar, lo que provoca que las familias adopten nuevas formas de cocina y de organización y la pérdida de autoridad de los padres en la actualidad que ha ocasionado que muchos niños y adolescentes coman cuándo, cómo y lo que quieran( Macias;2012).

En el año 1994, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se creó en el país un ambiente alimentario “obesogénico” (causante de obesidad) propiciado por el consumo aumentado de jarabe de maíz, soya, azúcar, bocadillos altos en calorías y productos cárnicos ( Clark;2012).

En la actualidad, la alimentación es alta en consumo de productos industrializados. A la población se le facilita el acceso este tipo de alimentos por el tiempo, costo o practicidad, siendo pobres en nutrimentos pero con alto valor calórico, apartando la dieta tradicional mexicana que es rica en variedad, equilibrada y nutritiva.

México atraviesa dos problemas de salud asociados con la alimentación y la nutrición. Por un lado, el país ocupa la posición número uno a nivel mundial en obesidad; por el otro, la desnutrición continúa afectando a la población, en especial a los niños menores de cinco años que habitan en las zonas rurales del sur del país (Gutiérrez; 2012).

La obesidad es un grave problema de salud pública en México. Las causas inmediatas de esta enfermedad se relacionan con el balance energético, es decir, se ingiere más energía de la que se gasta, y a su vez, existen causas subyacentes como los cambios en la dieta tradicional, la alta disponibilidad y accesibilidad de alimentos procesados, el alto consumo de bebidas endulzadas, la comida rápida, el marketing masivo de la comida chatarra y el estilo de vida sedentario       (Rivera; 2013).

Una dieta basada en los alimentos tradicionales, que incluyen la sabia combinación maíz-frijol, mezcla sinérgica altamente nutritiva, provee al consumidor de un valor nutrimental similar al de las proteínas de la carne, pero con un costo infinitamente menor tanto para el consumidor como para el medio ambiente. Además, la cocina tradicional incluye muchas verduras y frutas de especies que, por su consumo decreciente, resultan subutilizadas o subvaloradas                   (Juárez-Reyes; 2015). 

En términos nutricionales, la dieta tradicional indígena es buena fuente de energía e hidratos de carbono, de proteína en combinación del maíz y frijol, de vitaminas y minerales, si hay suficiente consumo de frutas y verduras, así como el consumo cotidiano de chile; tiene, además, ventajas como ser buena fuente de calcio por la nixtamalización del maíz, baja en grasa en su forma original y tener un buen contenido de fibra (Bertrán;2010). En conclusión, como profesionales es necesario implementar programas de educación para la salud. Interviniendo la dieta tradicional se puede diseñar un platillo variado, equilibrado y nutritivo con alimentos disponibles para la población y lograr con ello mejorar hábitos de alimentación, combatiendo las posibles enfermedades que más nos aquejan en nuestro país, como lo son la obesidad, diabetes e hipertensión arterial.

Autor: M.N.H Paulina Delgado Cano

Bibliografia.

  • Clark, S. E., Hawkes, C., Murphy, S. M., Hansen-Kuh, K. A. y Wallinga, D. (2012). Exporting obesity: us farm and trade policy and the transformation of the Mexican consumer food environment. Int J Occup Environ Health, 18(1):53-65.
  • Gutiérrez, J. P., Rivera, J., Shamah-Levy, T., Villalpando, S., Franco, A., Cuevas, L., Romero, M. y Hernández, M. (2012). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición. Resultados Nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.
  • JUÁREZ-REYES, K. et al. (2015), “Hypoglycemic, antihyperglycemic, and antioxidant effects of the edible plant Anoda cristata”, J. of Ethnopharmacology, Núm. 161, pp. 36-45.
  • Macias MAI, Gordillo SLG, Camacho RJC. (2012). Hábitos alimentarios de niños en edad escolar y el papel de la educación para la salud Revista chilena de nutrición 39(3): 40-43.
  • Rivera, J. A., Perichart, O. y Moreno, J. E. (2013). Determinantes de la obesidad: marco conceptual y evidencia científica. En J. A. Rivera, M. Hernández, C. Aguilar, F. Vadillo y C. Murayama (eds.), Obesidad en México. Recomendaciones para una política de estado (pp. 46-91).
  • Secretaría de Salud. SSA. Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2012, (2013). Servicios básicos de salud. Promoción y educación para la salud en materia alimentaria. Criterios para brindar orientación.
  • Bertrán, M. (2010) “Acercamiento antropológico de la alimentación y salud en México” en Revista de Saúde Coletiva, Río de Janeiro. Volumen 20, número 2, pp. 387-411.