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NUTRICIÓN EN EL PACIENTE CON SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE

El síndrome de intestino irritable (SII) es un trastorno funcional digestivo, crónico y recurrente, con la más alta frecuencia de diagnóstico en la práctica clínica. Los síntomas más comunes son dolor abdominal, distensión abdominal, gases, diarrea y/o estreñimiento (Carmona-Sánchez et al., 2016).

Existen diferentes tipos de SII según la frecuencia y consistencia de las heces: el SII con estreñimiento (SII-E), el SII con diarrea (SII-D), el SII mixto (SII-M): con estreñimiento y diarrea alternados, y el SII indeterminado cuando no puede clasificarse como diarrea ni como estreñimiento (Mearin et al., 2017).

Hasta el momento no se tiene un factor concretamente establecido de la causa principal de este trastorno, pero es posible que la fisiopatología esté relacionada con múltiples mecanismos como hipersensibilidad visceral, disbiosis intestinal, alteraciones en la respuesta inmune, intolerancia a ciertos alimentos, entre otras posibles causas (Carmona-Sánchez et al., 2016).

El SII se diagnostica de acuerdo con el cumplimiento de los criterios de Roma IV cuyo criterio principal es la presencia de dolor abdominal frecuente como mínimo una vez a la semana durante los últimos tres meses y que esté asociado con al menos dos de los siguientes tres rasgos: que se relacione a la evacuación intestinal, que esté asociado con un cambio en la frecuencia, y/o con un cambio en la forma y consistencia de las heces (Lacy & Patel, 2017).

Además, se debe realizar un diagnóstico diferencial con la finalidad de descartar la presencia de cualquier otra patología gastrointestinal en la que se presentan síntomas similares, como es el caso de la enfermedad celíaca y la enfermedad inflamatoria intestinal (Mearin et al., 2017).

Debido a que la fisiopatología se desconoce y no existe un medicamento único, se recomienda que el tratamiento sea personalizado y enfocado al síntoma más molesto para el paciente o al mecanismo fisiopatológico que esté causando los síntomas. El tratamiento suele ser integral y suele incluir tratamiento farmacológico, tratamiento psicológico y modificaciones en el estilo de vida y en los hábitos alimenticios (Carmona-Sánchez et al., 2016; Peyton & Greene, 2014).

Se ha visto que la modificación en la alimentación juega un papel importante en el manejo de los síntomas, ya que los pacientes suelen asociar la presencia de síntomas con ciertos alimentos. Los alimentos más comunes que suelen desencadenar los síntomas son: las frutas cítricas y el plátano; los cereales como el trigo, la cebada y el centeno; algunas verduras; los lácteos como leche, yogurt y huevo; algunas leguminosas como los frijoles y lentejas; alimentos con alto contenido de grasa o fritos; y algunas bebidas como el vino, chocolate, café, y té (Capili, Anastasi, & Chang, 2016).

Aunado a esto, se ha visto que la dieta baja en FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables, por sus siglas en inglés) puede ayudar a mejorar los síntomas y la calidad de vida de las personas con SII a corto plazo, sin embargo, no existe suficiente evidencia que demuestre su efectividad (Yepes, Múnera, & Martelo, 2018)

Es importante mencionar que cada persona es diferente y no necesariamente estos alimentos pueden causar malestar, por lo que no se deben tomar medidas sin el consentimiento previo de un especialista y mucho menos eliminarse por completo de la dieta sin asesoramiento.

En conclusión, las recomendaciones en torno al tratamiento nutricional deben ser individualizadas y otorgadas por profesionistas capacitados que brinden la orientación y atención pertinentes para evitar deficiencias nutricionales o dietas restrictivas y mejorar la calidad de vida de las personas con SII.

Autor:

E.L.N.  Miriam Elizabeth de la Torre Castro.

Bibliografía:

Capili, B., Anastasi, J. K., & Chang, M. (2016). Addressing the Role of Food in Irritable Bowel Syndrome Symptom Management. Journal for Nurse Practitioners, 12(5), 324–329. https://doi.org/10.1016/j.nurpra.2015.12.007

Carmona-Sánchez, R., Icaza-Chávez, M. E., Bielsa-Fernández, M. V, Gómez-Escudero, O., Bosques-Padilla, F., Coss-Adame, E., … Zavala-Solares, M. R. (2016). Consenso mexicano sobre el síndrome de intestino irritable. Revista de Gastroenterología de México, 81(3), 149–167. https://doi.org/10.1016/j.rgmx.2016.01.004

Lacy, B., & Patel, N. (2017). Rome Criteria and a Diagnostic Approach to Irritable Bowel Syndrome. Journal of Clinical Medicine, 6(11), 99. https://doi.org/10.3390/jcm6110099

Mearin, F., Ciriza, C., Mínguez, M., Rey, E., Mascort, J. J., Peña, E., … Júdez, J. (2017). Clinical practice guidelines: Irritable bowel syndrome with constipation and functional constipation in adults: Concept, diagnosis, and healthcare continuity. (Part 1 of 2). Semergen, 43(1), 43–56. https://doi.org/10.1016/j.semerg.2016.06.009

Peyton, L., & Greene, J. (2014). Irritable Bowel Syndrome: Current and Emerging Treatment Options. P&T, 8, 567–578.

Yepes, I. de J., Múnera, M. N., & Martelo, C. (2018).  Dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables y calidad de vida en pacientes con síndrome de intestino irritable en Colombia. Biomédica, 38, 54–61. Retrieved from https://revistabiomedica.org/index.php/biomedica/article/view/3443/3932